Un regreso a la rutina
Septiembre evoca la sensación de un lunes interminable. No importa si comienza en martes o jueves, siempre se percibe como ese despertador que suena demasiado pronto tras una siesta reparadora. Después del paréntesis veraniego lleno de chiringuitos, playas y helados “porque hace calor”, llega el mes que nos recuerda que la vida real no cuenta con tumbonas ni sombrillas.
La vuelta a la rutina se convierte en un deporte nacional. Regresamos al trabajo con caras largas, convencidos de que el portátil pesa más en septiembre que en junio. Muchos vuelven con una extraña sensación: la necesidad de unas vacaciones para recuperarse de las vacaciones. Nadie menciona el cansancio que dejan los viajes, los desplazamientos largos, las visitas familiares y, sobre todo, las sobremesas que parecen durar más que algunas series de Netflix.
Las familias sienten especialmente esta transición con el inicio del colegio. En septiembre, los hogares se convierten en cuarteles de operaciones: uniformes del año pasado que ya no sirven, mochilas diseñadas para hacer CrossFit y listas de material escolar que incluyen hasta compases espaciales. Todo esto viene acompañado por la cuesta económica, ya que la letra pequeña de septiembre suele estar en papelerías y zapaterías.
No obstante, septiembre también es sinónimo de buenos propósitos; esos que surgieron el 1 de enero, desaparecieron durante Semana Santa y resurgieron ahora con la convicción de “esta vez sí”. Los gimnasios se llenan de rostros nuevos, las aceras se pueblan de corredores improvisados y los parques se transforman en escenarios para yoga y pilates. El entusiasmo dura lo mismo que tardan en llegar las primeras lluvias o aparecer las agujetas, pero al menos la intención cuenta.
Detrás de todo esto hay una melancolía ineludible: el verano se despide mientras el otoño asoma con su colección de hojas secas y días más cortos. El cambio en la luz, el adiós a los días largos y el regreso a la ropa abrigada aportan a septiembre un aire festivo final que ni el más optimista puede ocultar.
Además, septiembre trae consigo el recordatorio constante de que las próximas vacaciones largas están tan lejos como Navidad. Mientras tanto, toca sobrevivir a base de cafés, planificadores y la esperanza de que la rutina eventualmente también se convierta en costumbre.
A pesar del tono gris del mes, hay un motivo para sonreír entre los onubenses: el Recreativo de Huelva regresa a la Liga con una gran masa social, generando confianza entre los aficionados para esta temporada sea mucho mejor que la anterior. Entre cafés y agendas apretadas, los partidos del Recre ofrecen un pequeño respiro feliz en medio del melancólico septiembre.



