Una tradición con historia y reconocimiento oficial
Puebla de Guzmán se llena de fervor durante su festividad más emblemática. Cada año, los habitantes celebran con entusiasmo la romería dedicada a la Virgen de la Peña, una festividad que data desde al menos 1636 y que se ha consolidado como una de las más antiguas y arraigadas en Andalucía. Este evento, que tiene lugar en el pintoresco paraje del Cerro del Águila, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1999 y forma parte del patrimonio inmaterial de Andalucía.
Bajo un clima primaveral ideal, miles de devotos se congregaron para acompañar a la Virgen en su procesión alrededor del cerro. La celebración incluyó la tradicional Danza de las Espadas y culminó con la procesión por las calles cercanas al santuario, donde los fieles expresaron su fervor mediante rezos y ofrendas. La jornada también contó con actos religiosos como misas y un solemne sermón que cierra cada edición.
La continuidad del festejo está garantizada por las ocho familias mayordomas encargadas cada año de mantener viva esta tradición. Entre ellas están González-Pérez, Ramos-Díaz, Ponce-Delgado, Borrego-Martín, además de los hermanos Suárez Olivera y otros vecinos destacados. Estas familias aseguran que las costumbres perduren generación tras generación.
La programación comenzó días antes, con el Pregón oficial pronunciado por Diego Jesús Macías Martín. Posteriormente, se realizó el traslado del Simpecado desde la parroquia hasta la Casa de Hermandad, seguido por rifas tradicionales. El sábado fue clave para cerrar el ciclo con la recogida de los mayordomos en una caballería hacia el santuario.
El alcalde Antonio Beltrán invitó a toda la provincia a participar en esta romería llena de historia y sentimiento local. La Hermana Mayor Ilde Gómez también resaltó el valor cultural y espiritual que representa esta celebración para Puebla de Guzmán.
La Virgen de la Peña es única en su tipo dentro del Andévalo, siendo la única imagen coronada canónicamente en esta comarca. Su veneración tiene raíces documentadas desde el siglo XV (1470), con registros históricos que remiten a sus primeros cultos en 1636. La festividad combina elementos religiosos, etnológicos e históricos que enriquecen su carácter único.
Uno de los aspectos más destacados son las procesiones a caballo protagonizadas por romeros vestidos con trajes tradicionales llamados gabachos. Además, durante el recorrido se realiza la Danza de Espadas, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial desde 2011. La gastronomía también juega un papel importante con calderetas comunitarias y dulces típicos repartidos entre asistentes.
El lunes finaliza con misa y otra procesión liderada por el párroco local. El martes se realiza una segunda recogida de mayordomos, culminando con el Sermón de Súplicas donde se entregan los Pendones a los nuevos responsables para garantizar que esta tradición perdure en futuras generaciones. Los actos concluyen con una última cabalgata acompañando a los nuevos mayordomos hacia el próximo año.